El equipo de Brújula PUCP entrevistó al egresado de la Sección Física del Departamento Académico de Ciencias, el Dr. Luis Felipe Delgado-Aparicio, como reconocimiento a su trayectoria y los logros obtenidos a lo largo de su carrera. Es ganador del premio Early Career Research Award del Departamento de Energía de los EE. UU. y del premio especial de la Academia de Ciencias de China:
No, pero hubo una figura muy importante en mi carrera. Era el doctor Ernesto Montoya, quién en esa época era director del Instituto Peruano de Energía Nuclear y estaba formando academias de enseñanza de Ciencia y Tecnología. Cuando logré mis primeros plasmas en la Católica, se me ocurrió buscar su nombre en las páginas blancas, unos libros grandes con los datos de personas. Llamé a su casa y le comenté mi deseo de estudiar física de plasmas y fusión nuclear. Él pensó que estaba hablando con mi padre, que en ese momento era una persona pública en Perú. Pero luego le conté mi historia y me invitó a su casa. Él mismo me llevó al Instituto Peruano de Energía Nuclear y me mostró unos libros que eran como los resúmenes de las conferencias de física a las que asisto hoy en día, pero en una edición de hace 30 años.
Viene mi cabeza una noche que pasé en la universidad con unos compañeros construyendo un experimento en el sótano en la sección física. Eran las cuatro de la mañana, estaba cansado y me senté en las escaleras del pabellón. Entonces, pasó un venado y se me quedó mirando. Yo también lo miré, y se fue. En ese momento sentí que todo mi trabajo tenía un motivo importante. Estar en el jardín viendo al venado a las 4 de la mañana solo me hizo pensar en lo duro que es el trabajo del científico, pero también en lo apasionante. Porque ser científico involucra descubrir cosas nuevas y descubrir soluciones a desafíos que quizá nadie haya pensado. Esa figura de esfuerzo y crecimiento fue lo que cambió mi vida
Porque te abre una ventana a lo desconocido. Si tienes un hielo en tu nevera y lo calientas, pasas del estado sólido al líquido. Si luego lo calientas para hacerte un té, pasas de estado líquido al estado gaseoso. Y si nuevamente lo calientas, pasas al estado de plasma, donde las partículas se vuelven electrones e iones. Cuando estás en una combi y te vas por toda la avenida La Marina, verás anuncios de neón, eso es un plasma. Aunque no lo creas, ese tubo de plasma tiene once mil grados centígrados.
Si te pones a pensar, no hay nada en el mundo que funcione sin energía. Hay muchas formas de obtenerla y la más usada en el Perú es la hidroeléctrica, pero muchos países no la tienen y sufren porque no saben de dónde sacar energía. Una opción, entonces, sería la nuclear, que se divide a su vez en dos ángulos. Yo trabajo con fusión nuclear, que consiste en unir elementos livianos. Es un proceso que junta el hidrógeno con sus elementos primos para generar una partícula más pesada llamada helio, como la de los globos. El resultado es un neutrón que calentará el agua, el agua moverá hélices, se generará vapor y así se obtendrá electricidad.
Mis días transicionan entre aprender un poco de ciencia, hacer un poco de análisis de datos y manejar un equipo de treinta personas a mi cargo. Trabajo de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Salgo del laboratorio, voy al gimnasio y me relajo un poco. Cuando llego a casa tomo una cerveza, pongo música y cocino comida peruana.
Mucho. Siempre he querido demostrarle todos mis triunfos y agradecerle todo lo que he hecho, porque me dio la libertad de estudiar lo que me apasionaba. Mi padre era abogado de una compañía americana en Perú. Era un ser fantástico. Después de decirle que quería ser físico me dijo "sé el mejor", y estoy tratando de hacer eso, ser el mejor. Cada vez que gano un premio, se lo dedico a él y a mi madre.